jueves, 16 de octubre de 2014

PROSPERIDAD Y PROGRESO

     Se habla de prosperidad  cuando se detectan notables beneficios y mejoras en la situación económica y social de un pueblo. Una sociedad próspera es la que  disfruta del progreso.
     Se habla de progreso, cuando se intenta el desarrollo continuo, gradual y generalizado de una sociedad en los sectores económico y social donde actúa la  política. Una sociedad progresista es la que está en camino pero todavía no ha llegado a completar el ciclo de la prosperidad.
     Por descontado queda que el progreso y la prosperidad abarcan otros campos,  como el cultural y el moral, pero nos limitamos al que nos afecta políticamente;  al que dedican tiempo y dinero, para captar votos, los más variados partidos políticos.
     Por supuesto, también que en las próximas elecciones se pondrán en juego ambos términos porque de ellos dimana el prometido Estado del bienestar. Un Estado escurridizo que todos desean pese a su inestabilidad. Hace falta un equilibrio delicado, como el de todo organismo vivo, para hacer posible ese bienestar generalizado. Ni el sector público puede ahogar al privado, ni éste puede desbordar o romper las redes de contención de abusos.
     En una país corrompido, donde ambos sectores están dados a engañarse mutuamente (fraude fiscal, economía sumergida, por un lado, percepción de comisiones en dinero negro por otro) ni el progreso ni la prosperidad son posibles.
    Las actuaciones perversas de unos y de otros, actúan como elemento disuasorio. Nadie se arriesga a montar empresas en tierras donde el latrocinio reina.
    Ese es el caso español.

   

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