Una serie de circunstancias personales me indujeron a entender -sin el rigor de un profesional- el proceso histórico de los fueros de Alava. De lo poco que sé deduzco que -a la mayoría de los adscritos a la derecha, al centro o a la izquierda de los partidos españolistas-, el fuero y el huevo de los vascos -salvo raras excepciones- les tienen sin cuidado porque les parecen antiguallas.
Y henos aquí cómo. el PP vasco. de repente, quiere demostrar su arrepentimiento y saltar al ruedo para poner en juego la defensa de los fueros. Algo que ya hicieron los de Unidad Alavesa, dirigidos por un forastero con pocos escrúpulos para desaparecer en tres o cuatro años.
Y digo a entender -que no es poco- no tanto para adaptarse el costumbrismo de la alta edad media, como para aplicar el espíritu que guiaba a los pueblos y familias aforados para vivir bajo normas justas y provechosas. Era algo así, como no estar tan atentos al protocolo como al espíritu corrector de excesos. Y aquí es donde al PP ni se le ha visto ni se le espera, por mucho que presten atención a ese genio espiritual del fuero, en versión modernizada.
Los nacionalistas vascos si quisieron mantenerse en esa línea en sus comienzos, pero han cambiado, de forma tal, que ya no son lo que eran, porque, entre otras cosas, les importa más los huevos que los fueros.
Acabo de terminar un libro que he titulado: "El fuero, el huevo y las verdades del tintero". El tintero archivo de mis notas y mis personales deducciones que valen poco, pero para mí sí cuentan.
El hecho es que la buena voluntad no falta en algún dirigente vasco del PP, pero... el suflé nunca se levanta dos veces. Hay que inventar algo nuevo y empezar, como mucho, con doce apóstoles y un solo traidor.
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