Comprendo a los lectores que se aburren. Si se mira bien la cosa, nos aburrimos más cuando no entendemos el texto escrito. Nos divierte el TBO por los dibujos que ayudan a captar la sustancia de la prosa encerrada en una especie de globo, al que llaman bocadillo.
Hay una España que administra. Como hay otra que derrocha. El que administra, no derrocha. El que administra, invierte y lo hace después de calcular qué, cuánto y cuándo van a ganar con ello; con la inversión. El que derrocha se divierte.
Tomen nota, por favor. En España, un gran número -una mayoría- de sus habitantes, no calcula lo que cuesta, ni tampoco lo que se invierte, por ejemplo, en el fútbol; al contrario, se da por buena la inversión en la cuantía que fuere, aunque solo beneficie a unos pocos. Claro: la masa se divierte y si gana el equipo de casa, se considera, en persona, como un gran patriota.
No niego que el fútbol distrae y que es en gran parte saludable, porque vale para dirigir la opinión de las masas; vale para disimular desastres emanados de una mala política; vale para no enterarse de los andurriales por donde nos llevan como si fuéramos tontos.
La lectura aburre a una incalculable masa de patriotas. Mejor dicho, y pregunto: ¿No será que no
han superado la fase del TBO? ¿Qué por eso llenan las calles de arriesgadas demandas?
Lo malo es que quien administra paga elevados impuestos, que se derrochan en enriquecer a ignorantes y gandules, cuando no a plagiarios y morralla por el estilo.
Y como siempre, nos salvan las excepciones.
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