Los españoles -incluidos catalanes y vascos- viven en un mundo lleno de problemas, aunque cargado de esperanzas. Pero lo paradójico del caso es que -pese a los desengaños sufridos- se agarran, cual principiantes de buena fe, a las promesas formuladas por cualquiera de los profesionales que prosperan gracias al voto que llaman democrático.
- No sea pesimista. No negará que se vive mejor que hace cuarenta años.
- Lo cual -perdone- es una falacia. Unos sí; viven mejor, pero una mayoría, no. Tal es el caso de gran número de jubilados. La sociedad de los años setenta del siglo XX estaba más equilibrada. Ahora hay más pobreza, debida en gran parte a las pensiones no actualizadas y al paro que afecta a los más indefensos.
- ¡Hombre! Es cierto, pero...
- No me lo explique... Los pobres viven de la esperanza y gracias a la caridad. Y también se mueren porque falla la política. ¿Por qué nos falla? Porque está llena de vividores.
- No exagere. ¡Usted es un pelma!
- Cierto. Pero la verdad está en el escaparate, a la vista de todos. Y si nos dejamos llevar por la mentira todo irá peor. ¿Qué hace el Presidente? Ahora se va a las Américas. ¡Vaya tropa!
- No me negará que ha resuelto el entierro definitivo del Dictador.
- Eso cierto.
- Entonces, ¿de qué se quejan las multitudes?
Y yo hecho un pasmarote. ¡Viva la madre superiora que nos lleva de excursión!
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