jueves, 30 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XIII

          EL BONITO CUENTO DE LAS PRIMARIAS. - Estamos hablando de la elección de personas a las que vamos a confiar una tarea de la cual hemos de beneficiarnos colectivamente,  como es el caso de los políticos.
          Lo primero y más importante de toda elección es saber si el elegido destaca por sus conocimientos específicos de la materia sobre que ha de tomar decisiones, y lo segundo. si estamos ante una persona que destaca por su templanza, sensatez y sentido de la justicia.
         Puestos a elegir vemos  que los pueblos han progresado cuando la selección de personas, aptas para el desempeño de cualquier función responsable,  ha estado precedida de una seria preparación teórica y práctica, ha superado el elegible serias pruebas objetivas que lo demuestren y, además, tiene experiencia.
         Por ejemplo a nadie se le ocurre para construir un puente, o  para tratar una neumonía, o para asesorar en una inversión financiera, acudir a miles de personas  que pasaban por allí o poco más, para  que con arreglo a  su leal saber y entender elijan  a la persona más apta para ejercer esas tareas,, sin  tener en cuenta  siquiera, si son ingenieros, médicos o expertos financieros.
         No me negarán que la función de un político exige unas dotes y una preparación   que algunos la alcanzan a fuerza  de reconocer y corregir errores y que otros no aciertan ni aunque les pongan las bolas de billar como a Fernando VII a la hora de jugar a carambolas. No es raro que entre  esa colección de inútiles se cuelen galafates, rateros y piratas, que terminan siendo los que mejor   pasan las pruebas selectivas al uso.
          Para mí, entre españoles, habiendo superado  unos conocimientos básicos como los de  un bachiller con reválida, además de tener  vocación política  a través de un partido, con cinco años de antigüedad acreditada ante notario, les pediría  una rigurosa oposición demostrativa de unos  conocimientos mínimos exigibles a un político.
         Aún con todo,  crearía un cuerpo de inspectores que dieran garantía de que los tribunales nunca fueran manipulados.
         Las primarias son un invento  para poner en  la lista a los que más convienen a los dirigentes de los partidos.

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XII

      LOS GRUPOS DE PRESIÓN Y LOS POLÍTICOS.- No hay duda: la España rural está recorriendo  el camino del abandono (algunas zonas ya en vía muerta), sobre todo en las dos Castillas, Extremadura, parte de Aragón y territorios más o menos improductivos de otras provincias de la España interior.
     Políticamente alguien es responsable de esta dejadez, sobre todo cuando la Constitución dispone, al tiempo que la unidad, la solidaridad  entre  las distintas tierras de España.
    Uno de los pueblos situado en unas áreas muy pobres, Villar de Cañas, se ha convertido en víctima de una lucha creada por algunos grupos de presión y alimentada por el apasionamiento político.
    Villar de Cañas ha tenido mala suerte. Cuando alguien o algo, -persona, animal o cosa -es motivo de disputa entre políticos, y más en período electoral, no la salva ni el sursum corda.
    A cuenta de este pueblo conquense, hay dos fuerzas que tiran cada una en distinta dirección respecto al basurero nuclear. Como es lógico, la corporación mediática entre en liza, analiza el asunto y aviva la polémica. Además echa cuentas y concluye: si el Gobierno se pone a favor del pueblo, puede ganar doscientos votos, pero  también perder doscientos mil, ¿a quién me arrimo? Al que le haga perder más votos. (Malo para un partido si, en período electoral, no mide  sus pasos  y afila su oratoria; voto que se va, voto  que no retorna).
   Del análisis mediático los sectores interesados deducen:  es más rentable descargar la munición contra el Gobierno que contra ecologistas y geólogos, que ya han tomado posiciones para hacerse un hueco en la disputa antigubernamental.
   En los países democráticos desarrollados, cuando las fuerzas políticas mayoritarias vislumbran un peligro, tratan  de conciliar intereses sin faltar a sus principios, porque saben que un edificio con goteras termina por arruinarse. Hay que tapar agujeros, porque la ruina, cuando llega, para nadie es buena, pero a quienes más afecta es a los que más tienen.
    Dudo que el PP hubiera exigido al PSOE tanto aguante a cuenta de las humillaciones a las que está sometido por sus nuevas aliados. Que lo diga el Sr. Carmona que iba para Alcalde de Madrid  y  ha quedado reducido a ser el  currito de la actual alcaldesa.
     Muy  triste si esto pasa, pero sobre todo para los vecinos de Villar de Cañas.

miércoles, 29 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XI

     HÁBITOS Y COSTUMBRES.- Hoy he oído decir, desde una predicadera mediática, que los vascos tienen distintas costumbres que el resto de los españoles. Dicho con desparpajo y buena  fe, como es el caso,  convendrán conmigo en que ya no quedan vascos/as o no se ven menudear por las calles, que  se distingan ni por la boina (ellos) o por el adorno de la pañoleta (ellas) ni por las abarcas y calcetines de lana cruda (ambos), prendas que aún siendo también usadas en los ambientes rurales de otras provincias norteñas,  en la Vasconia peninsular solían utilizarlas siempre  salvo excepciones y ahora resultan folclóricas.
      Si ustedes cogen mil  vascos del montón, entre los que andan por  calles  y plazas de pueblos, villas y ciudades vascongados, y los ponen a vivir en un país centro europeo, a la semana los identifican como españoles, si es que no entran en juego otros signos de identidad que el de sus hábitos y costumbres -reitero intencionadamente-  de todos los días. Lo cual es tan lógico como insignificante: llevamos siglos viviendo intercaladas  las gentes de distintos pueblos de España, -más de lo que muchos piensan- y por fuerza los cruces genéticos son inevitables; el mestizaje surte sus efectos y nos iguala en lo bueno y en lo malo. Los ejemplos están a la vista.
     Es dudoso si fue un alemán o un soviético (en cualquier caso al servicio de una dictadura totalitaria) el autor de la frase:  "una mentira repetida mil veces termina siendo verdad". Pero es para dudar que, a estas alturas, existan personas capaces de dar  suelta a simplezas como la citada y que se cuelen a través de una emisora de TV. Y sin embargo las echan a volar como si fueran  inocentes palomitas, sin advertir que también defecan. Y sin tener en cuenta, de igual manera, que -ya entre personas- la ignorancia (si ese fuera el caso) empieza a no favorecer al equilibrio de todo colectivo social en el que democráticamente debe primar la igualdad.
     Claro que el "somos distintos" favorece a unos y perjudica  a otros y si bien  uno es partidario de la equidad (dar a cada cual lo suyo con arreglo a sus méritos como se hace con los futbolistas de carrera por darle patadas a un balón, con el aplauso de las masas), la tal medida -la equidad- nada tiene que ver con la pertenencia  a uno u otro pueblo.
     ¿O no?
   

martes, 28 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA X

     CAMBIOS DE POSTURA.- Hace unos días un empresario autónomo confesaba que tenía asalariado por MIL euros al mes, a uno de sus empleados. pero que cotizaba a la seguridad social,  por tal contrato, otros OCHOCIENTOS, con lo que, al final,  el desembolso por estas cuotas sociales ponía a su negocio al borde de lo imposible.
      Hice una breve consulta por internet para saber como resolvían ese problema en Dinamarca -social democracia equilibrada y modélica- y pude comprobar que los ingresos de la seguridad social danesa proceden, en su mayor parte,  de los impuestos aportados por todos los contribuyentes.
      Esta sencilla solución  permite a las empresas quedar exentas del pago de cuotas a la seguridad social, en tanto no cierren su ejercicio con beneficios de los que proceden los recursos para costear las prestaciones sociales. Implícitamente se favorece a las empresas de nueva creación que se ven libres de cotizar en sus primeros años de ejercicio, cuando las ganancias son dudosas.
     Siento admiración por los emprendedores autónomos que, en la situación que vivimos, han tenido -en gran medida- que luchar para subsistir a la espera de tiempos mejores. Y siento pena por los que se vieron en  la necesidad de bajar la persiana porque sus negocios se iban a pique. Nos consta que una mayoría se vieron atados de pies y manos por una legislación de vuelo corto que puede renacer al calor de nuevas aventuras políticas.
     Todos los días me despierto con la novedad de los muy anunciados cambios, los cuales -después de haber logrado el triunfo los "nuevos reformistas" en importantes  concentraciones humanas, no constituyen   novedades dignas de mención. Porque nadie negará que para cambiar el nombre de las calles, quitar el busto  de un salón institucional, o suprimir algunas tradiciones sean necesarias tantas promesas, tantas caras nuevas y tanto eco mediático. Todos esperábamos otra cosa: quizás un poco de social democracia a la danesa.
     Claro que si Dinamarca se salva es porque está llena de daneses, bien instruidos en sus respectivos oficios o profesiones y  educados en una democracia donde nadie pierde el tiempo en decir o hacer chorradas.
    O tal vez no acertemos en España a dar en la diana porque tenemos unos políticos -salvo excepciones muy contadas-  que fallan más que las tópicas escopetas de feria. Claro: esto no obsta para que en España todos seamos "muy listos". En el resto de Europa se admiran de como siendo así de listos, tengamos tanto personal dado al choriceo impune y que para llevarlos a la cárcel nos cueste más de diez años,¡Con lo caro que está el servicio! ¡Y la capa no aparece!  Somo tan listos que en vez de tener buenas escuelas, -como sucede en Dinamarca- tenemos muy buenos equipos de fútbol. ¡No sé de qué nos quejamos!

    

lunes, 27 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA IX

     TELEVISIÓN Y POLÍTICOS.-  No hay en nuestros días espectáculo más interesante y sádico  - a la par que gratuito  y demoledor - que ver  un  careo televisado entre un periodista dado a la búsqueda de fama y alta catalogación crematística y un político entregado a la recolección compulsiva de votos en periodo electoral.
     Prevengo al lector, para que no se llame a engaño,   que un servidor  suele ser muy elemental en sus juicios por  lo que pido disculpas; resulta que soy de pueblo y desde que eres niño aprendes  a separar el grano de la paja. Presumo, en consecuencia, que para mantener la clientela de una empresa televisiva hacen falta un gran capital  y mucho ingenio y un público con derecho a voto al que darle gusto. Los políticos ayudan.
     Decía Lope de Vega:  “Y escribo por el arte que inventaron/ los que  el vulgar aplauso pretendieron, / porque, como las paga el vulgo, es justo / hablarle en necio para darle gusto.”

sábado, 25 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA VIII

     EMPLEO PRECARIO Y TEMPORAL. El deseo de todo ser normalmente constituido es tener un trabajo cómodo, seguro y bien pagado. Y tanto los afectados, como los sindicatos y los políticos se quejan de que el trabajo que se ofrece en nuestros días, en países como España,   está mal pagado, es precario e inseguro y temporal casi siempre.
     Bajo  condiciones restrictivas para los empleados,  en España se está consiguiendo que algunos empresarios se animen a invertir con la subsiguiente  creación de empleo. La iniciativa privada tiene ese inconveniente: pone sus reservas a montar empresas para hacer negocio y esto sólo sucede cuando el régimen político dominante es favorable para el inversor, En caso contrario, nadie pone un duro a correr riesgos inútiles; ni siquiera los de izquierdas,  que suelen ser muy generosos con los dineros del contribuyente, pero nuca con el propio.
     Los políticos socialistas, dotados todos ellos de un gran corazón, anotan que algunas empresas -en su mayor parte multinacionales - tienen beneficios abusivos, pagan muy  bien  a sus principales gestores, medianamente a los titulados medios y  mal a los trabajadores del montón. Pero a este tipo de empresarios esto les parece normal y mientras no haya oposición política mantienen  sus negocios; en cuanto no logran orillar  a  políticos incómodos, los olvidan y si ven que no pueden con ellos  se van con la  música y sus dineros a otra parte
donde les den un trato beneficioso. Hasta el momento nadie ha podido acabar con los paraísos fiscales. Son zonas transitorias donde esos inversores guardan sus caudales  para invertirlos allí donde mas convenga.
      Para cambiar las cosas, ante la huida del capital, los socialistas decidieron que invirtiera el Estado. Fue la ruina de todos, menos de los capitostes que vivieron (y viven) en la gloria en naciones con regímenes totalitarios o con un dictador en el puesto de mando.
     Hasta el momento está demostrado que alcanzar el Estado del bienestar con regímenes democráticos, sólo es accesible a  unos pocos países, donde la  igualdad no viene impuesta por los Gobiernos,  sino  lograda por cada ciudadano  a base de esfuerzo personal y espíritu solidario; es decir, en sociedades formadas  por ciudadanos cultos, responsables y limpios de cuerpo y alma.
     Eso en la España de  nuestros días (como sucede en la mayoría  de los países con excesivo  número de políticos y por ende de "chorizos") no lo logra ni un encantador de serpientes.
    ¡Así es la vida!
   
   
   

jueves, 23 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA VII


A FALTA DE UN LÍDER. Las poblaciones de origen español residente en el País Vasco van asumiendo su “vasquidad” desde la escuela como algo natural. Van olvidando su origen y es del todo lógico, para ellos,   votar a los partidos “vasquistas”. Esto explica la lenta desaparición del voto favorable a los partidos de ámbito español y justificará, más o menos pronto,  como factor poderoso, la legitimidad de los vascos para   ser una nación  independiente.
 La cortedad imaginativa de los políticos españoles que nos trajeron la democracia, se ve ahora;  pero estaba anunciado su fracaso territorial, que nos arrinconará en la futura Europa. A la democracia hay que ayudarla en toda su extensión con muy variados apoyos y  -puede decirse sin miedo a equivocarse- que la mayor parte de los elegidos para representar políticamente a los españoles, han  estado durante cerca de cuarenta años tocándose la higa sin valorar la importancia que tiene la unión –podríamos incluir a Portugal-  de todos los pueblos de la Península Ibérica de cara al futuro.
 Seremos muy poca cosa   si no aparece  un líder que nos articule, nos guíe y dignifique por encima de partidismos políticos.
Sería lamentable no contar con este líder capaz de hacer ver que los vasco-españoles  constituyen  un gran cuerpo social integrado por personas que dieron y dan lo mejor de sí mismos en provecho de este  territorio autónomo, donde tienen bien ganado el derecho a estar en primera línea de lucha por una vida mejor para todos.
En el siglo XIX una parte de los socialistas portugueses y españoles defendieron el “iberismo” con el que trataban de que Portugal y España  formaran  una nación. Hoy en día, por estudios realizados sobre esta materia, se deduce que una buena parte de españoles y otra de portugueses votarían a favor de esa unión.
Cuando se ve a Pedro Sánchez anunciar una federación de pueblos, algunos llegan a pensar: ¿No será que Sánchez  quiere una Federación de  pueblos  ibéricos  y con tal pretexto coordinar la existencia –ellos que son republicanos- de la República Federada de Iberia?
Pero no soñemos. En la actualidad es un hecho comprobado que, desde los nacionalismos vascos,  aprecian poco o nada a los españoles no integrados, es decir no adaptados a los sentimientos y valores que ellos consideran genuinamente vascos; sobre todo si éstos españoles no votan a sus partidos. Esto se constata en las localidades de media o reducida población, dominadas por el nacionalismo extremo y radical. Esta situación repercute en el vivir diario de muchos españoles residentes en Vasconia. Como ejemplo, ahí está el abandono que padecen las familias españolas que aspiran a que sus hijos estudien en su lengua materna, pese a ser éste un reconocido Derecho Humano, tanto por España en su Constitución, como por las Naciones Unidas en su Carta. Esta realidad pone de manifiesto un cierto abandono a su suerte de estas familias, tanto por parte del poder central, como de los partidos políticos constitucionalistas.
Esto nos lleva a concluir que subyacen  en la sociedad vasca,  dos comunidades, a pesar  del interés de los dirigentes nacionalistas para que esta realidad no se manifieste.
Por eso conviene señalar, en la medida en que los nacionalistas se reafirman y asumen más poder, que a los vasco-españoles solo les quedan dos salidas para ejercer sus derechos: la de integrarse, o sea mimetizarse y convertirse al nacionalismo, o la de agruparse e ir unidos para cobrar fuerza y poder y hacerse valer como españoles.
Es un hecho incontrovertible que los dos partidos políticos constitucionalistas más poderosos están perdiendo seguidores en el País Vasco  cada día que pasa y va siendo hora de que alguien  diga,  que a nadie –ni a los partidos ni a quienes les votan- les conviene esta pérdida de influencia y de poder que podrían ejercer en beneficio de la ciudadanía.
En esencia, si los partidos de ámbito nacional se desvanecen,  el sector poblacional aludido corre el riesgo de ser considerado despectivamente como anti vasco y pasar a formar parte del censo de dudosos demócratas o  de quedar reducidos a ser vascos de segunda.
Tal vez, me equivoque, ojalá, pero así suele empezar la proscripción de los pueblos en naciones que se tienen por  cultas y civilizadas.

miércoles, 22 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA VI

LA LIBERTAD Y LA ENSEÑANZA. Esto que hemos dado en llamar libertad de la enseñanza, sin pensar siquiera en  la existencia de adoctrinamientos,  nos desvía de la exigencia de un aprendizaje adecuado a las aptitudes de los escolares; no pasa de ser  una formulación teórica rica en posibilidades imaginativas pero que, en la práctica, termina por no existir.
Por más que la teoría contemple el propósito de dotar a los discípulos de unos conocimientos básicos que hagan de ellos personas independientes y libres, la rutina escolar se impone y, en realidad,   según sea la personalidad del maestro y su conexión con cada discípulo, así serán los resultados. Y sin embargo, si hay una carrera en la que se ha de tener en cuenta la vocación, es en la del magisterio y en, España, las exigencias de hecho no caen en apreciar ni en primar  esa virtud. La mayoría de los profesionales son funcionarios y pocos, proporcionalmente, son los elegidos por sus aptitudes vocacionales.
Pero además la escuela es un semillero -seminario, dicen con acierto los del culto y clero- y por tanto un espacio susceptible de ser más o menos politizado o sacralizado o las dos cosas, y esta realidad puede  condicionar  el futuro  de los discípulos niños según convenga a la forma de sentir o de pensar de quienes los enseñan y en ocasiones adoctrinan.
Mientras los padres de las criaturas conozcan la situación y la acepten,  nada hay que objetar; pero cuando la mayoría de los afectados ignora lo que sucede o cuando en su fuero interno piensan de distinta forma que el educador, se está malbaratando e incumpliendo con la libertad  de enseñanza proclamada en los textos  constitucionales y en la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Esto sucede en España a+ una inmensa mayoría de padres insensibilizados ante la importancia que la educación tiene en el futuro no sólo  de sus descendientes, sino en la marcha y en el progreso  de cada país.
En las naciones que se distinguen por tener muy buenos maestros (solo llegan a estudiar el magisterio los que al cursar la segunda enseñanza se distinguen por sus altas calificaciones) suelen caracterizarse por la presencia de una extensa clase media culta, formada en la moderación, que les  permite funcionar como ciudadanos sin  trampa ni cartón -que decían los feriantes antes de la guerra- honestamente y sin radicalismos insultantes.
En España, donde todavía funcionamos con valores propios más bien del siglo XIX, -véase a nuestros políticos y sus discursos para ganar votos, salvo contadas excepciones- , la enseñanza no se distingue por las buenas notas de sus alumnos cuando compiten con los de otras naciones; al contrario, ocupamos los últimos puestos en las pruebas en que participamos.
Lo que si asombra  es que ante el fenómeno ineludible de la globalización y de una competencia  universalizada, no estén las autoridades por una parte y los padres por otra, suficientemente  interesados en la enseñanzas a distancia vía internet y no hayan formado ligas, asociaciones y/o lobbys para adelantarse al porvenir de sus hijos-hijas y prepararse a tal fin. Esto es algo que exige el dominio,  por lo menos, de dos  idiomas entre los de más difusión, además del propio. En esta materia los españoles estamos embebidos en cultivo de los idiomas de la edad media, lo que sin duda está muy bien; pero flaco favor el que hacemos a futuras generaciones si se ven aisladas, como ya sucede, del núcleo vital donde se asienta la prosperidad.

No crean que los políticos –doctrinarios por principio (salvo excepciones)y con tendencias a captar votos a bases de subsidios- van a sacarles de la pobreza. Piensen que son las poblaciones bien educadas y libres las que general promueven  todo cambio que merezca la pena. La enseñanza es una inversión que se paga con los impuestos de todos y que todos tienen reconocido el derecho a exigir;  pero siempre que  puedan -sin dudarlo- inviertan por su cuenta y ejerzan el mando en la enseñanza de los suyos. Las vías internáuticas están abiertas  para los más audaces. ¡Explórenlas!

martes, 21 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA V



VASCONIA  INTEGRADORA.  Los nacionalistas  vascos hicieron acto de presencia en la política española a finales del siglo XIX. Por esas fechas airearon sus principios para abrirse paso entre la opinión pública. Sabino Arana valoró por encima de todo la adscripción católica del PNV.
La ley divina era la  guía  del Pueblo Vasco.  Este principio ha caído en desuso.         Luego, en segundo término,     estaba la ley vieja, que los carlistas llamaron Fueros  Vascongados. Como los fueros  eran otorgados por reyes con poderes superiores, Arana quiso demostrar que no era éste el caso vasco. Sus leyes, derivadas de los buenos usos y costumbres de los vascos, eran “originarias”.  Rechazó esta denominación de “fuero” otorgado  y adoptó la de “ley vieja”  (legi zarra) originaria. A partir de este aserto, la independencia de los vascos estaba para ellos más que legitimada.  
En esta segunda década del siglo XXI, a la crisis económica que padece España, como otros países europeos, se ha unido la crisis territorial, cuyo sistema autonómico se puso en marcha tras aprobarse la Constitución; sistema viciado por un defecto de origen:   los autonomistas pensaron que la forma de armonizar la vida política española era  oponer al centralismo estatal, diecisiete centralismos autonómicos regionales.
          Con este punto de partida, el ideal asumible por cada territorio  autonómico -fiel reflejo del  comportamiento político de Cataluña y del País Vasco a los que pretendieron emular- fue maximalista, sin tener en cuenta que estas dos comunidades, influidas por los nacionalistas, no aspiraban a ser autónomas, sino a instituirse como naciones soberanas e independientes.
          Ahí están para demostrar este hecho,  el excesivo número de organismos autónomos, las pseudo embajadas, las universidades, los aeropuertos, el ferrocarril de gran velocidad, las autopistas, las emisoras de TV y radio, las sociedades públicas, etc. -iniciativas casi todas promovidas desde los territorios autonómicos- de muy costoso sostenimiento que, además, han servido de pretexto para un despilfarro que  escapa a todo control del poder central.
          Al final, el autonomismo descontrolado nos ha metido a todos los españoles en un ciclo  ruinoso: en una generalizada deuda que,  sumada a la creada y soportada  por una mayoría de Ayuntamientos, nos puede costar años de esfuerzo fiscal para poder liquidarla; una deuda paralizante de las empresas privadas productivas.
          ¿Cómo  corregir todo esto sin incurrir en lo que podría ser otro pendulazo que nos lleve a hundirnos más aún?
No es fácil y menos con la solución federal preconizada por el PSOE que, según parece, tiende a conceder más competencias a los territorios autónomos.
          Estos  factores de identidad, -raza, idioma propio, costumbres, leyes- a fuerza de repetidos, han asumido un valor que antes nunca tuvieron. Curiosamente, como esta interpretación de lo medieval no cuadraba con la democracia representativa implantada en España a lo largo del siglo XIX –voto universal,  tres poderes independientes y otros principios inexistentes en las tradiciones vascas y catalanas- no tuvieron inconveniente en encajar sus aspiraciones en los modelos liberales, con tal de seguir defendiendo las libertades locales, cayendo en pura paradoja; en suma,  el derecho de los vascos a constituirse en su territorio  como nación soberana, exigía lo que más detestaba Sabino Arana: ser primero liberal. Claro está que  entre nacionalistas nadie cita a Montesquieu.
          Todo esto de las leyes originarias  sucedía pese a que, al ser invadido el reino visigodo  por los árabes, la España cristiana constituida por gentes de distinto origen empezó a tomar conciencia de la necesidad de organizar su defensa. Desde la zona septentrional de la Península, donde se refugiaron gentes  llegadas de las zonas invadidas, se inició una tarea que sería secular. Los moradores de  Asturias, Cantabria, Vasconia, participaron a lo largo del tiempo en esa tarea y fueron ganando el territorio  que sería conocido por Castilla. Don Claudio Sánchez Albornoz, al reconstruir la historia de esa época, valora la participación de los vascongados en la construcción de Castilla,  previa a la de España, y no tiene remilgo alguno al señalar que Vasconia fue  la madre de Castilla,  luego la abuela de España. Henos aquí que frente a la posición excluyente de Sabino Arana y de sus seguidores más acérrimos, está la integradora de Sánchez Albornoz que da un protagonismo principal a los vascos en la formación de España.
          ¿Por qué los nacionalistas pueden mostrar con orgullo las raíces de su independentismo y no han de poder los “integradores” sostener la tesis que da relieve a la participación principal de los vascos a lo largo del tiempo –de lo que hay decenas de testimonios históricos- en la construcción de lo que luego sería la nación española? ¿Por qué los vascos de nuestros días, no pueden sentirse orgullosamente herederos de aquellos esforzados varones que lucharon por la España cristiana que al fin triunfó?
          Ser vasco integrador no es ser anti vasco. Y convencer a los demás de estas verdades, es una tarea pedagógica, fase previa para cualquier recuperación de votos vascos.
          Abierto  este cauce, no se podrá negar cómo, en la evolución de la vida post medieval, prosperaron en España  un conjunto de valores que conectarían al cabo del tiempo con las ideas democráticas modernas: el respeto de los derechos individuales sobre los colectivos, la defensa de un principio equitativo (que luego se llamaría de subsidiariedad)  en la organización político social de los pueblos, y el espíritu de cooperación como principio básico de una justicia social moderna y progresista. Tal vez estas ideas pudieran llegar a divulgarse más y mejor en un debate político histórico que se eleve por encima de las peleas partidistas.

          Algo difícil  de lograr en un mundo político alejado de la lógica.

lunes, 20 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA IV



         GOBIERNOS DÉBILES. El Secretario General del PSOE, don Pedro Sánchez, anda por los cubículos de la política vendiendo un recurso mágico  que acabe con los quebraderos de cabeza con que nos machacan los insaciables independentistas: hacer de España un Estado Federal.
¿En qué consiste esta salida federada? No lo explica. ¿Qué  pasos habrá que dar para hacerse con tal federación? Tampoco lo expone.  ¿Qué piensan los independentistas catalanes y vascos ante tal propuesta? Nadie se arriesga a dar una mínima indicación.
          A mí, que soy de pueblo que, me la han dado con queso en tantas ocasiones, termino por no fiarme de las soluciones a problemas nacionalistas ni a las del sursum corda, ya que nunca se dan por satisfechos si no se salen con la suya.
          Una federación de Estados (podía ser un alianza de territorios autónomos) se  rige por un texto constitucional común en el que los territorios federados ceden parte de sus competencias en favor de la institución creada por la suma de todos ellos. Ese texto constitucional común -según modelos ya existentes- no lo preconizan los independentistas catalanes, ni lo desean los soberanistas vascos. Se consideran naciones soberanas. Esa es la cuestión.
          Sabino de Arana, fundador del PNV, lo expresó con toda claridad y nadie lo ha desmentido oficialmente. Arana dejó escrito: “El Nacionalismo aspira, como es sabido, a la independencia absoluta del Pueblo Vasco”.
          Los Nacionalistas no han perdido el hilo y, para tranquilidad de futuras generaciones, en el Estatuto Vasco vigente consiguieron que prosperara una disposición adicional, según la  cual su aprobación, la del Estatuto,  “no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de  su historia…” ¿Y cuáles son estos derechos? Los que dimanan de la absoluta independencia del Pueblo Vasco.
          El Pueblo Vasco casi tocó la independencia en 1936, reducidos sus territorios a la  provincia  de Vizcaya y poco más, cuando lograron el primer Estatuto de autonomía, llamado de Elgueta. Lo  interpretaron de forma tan libérrima como para crear su ejército, emitir moneda, mantener relaciones exteriores y ejercer otras competencias no autorizadas por el Poder central.
          ¿Quiere esto decir que los independentistas vascos no aceptarían más competencias de las que hoy tienen con una configuración estatutaria o federativa? No. Las aceptarían siempre que siguiera vigente la disposición adicional de “no renuncia a los derechos del  Pueblo Vasco”  según la historia. Esta cláusula ya figuraba en el texto elaborado por los nacionalistas vascos cuando pretendieron que Euskadi se convirtiera en Estado Asociado del  Reino de España (llamado Plan Ibarretxe);  dato que da idea  de la provisionalidad propuesta en dicho Plan. Es decir que seguirían luchando por su independencia, como ha sucedido después de contar con  Estatutos de autogobierno.
El Sr. Sánchez, pretendiente a la Presidencia del   Gobierno de España apoyado por el PSOE,  da a entender que las soluciones de complejos y viejos problemas están al cabo de la calle y basta  con un cambio de leyes, cuando en realidad los conflictos forjados sobre mitos e  ideales patrióticos son de  muy difícil abordaje.
          Lo cierto es que los nacionalismos independentistas tienden a radicalizarse tan pronto como los interesados  advierten que los Gobiernos centrales dan indicios o muestras de debilidad e impotencia. No hay gobernante más endeble que aquél que avisa  que su misión consiste en cumplir y hacer cumplir las leyes y se vale de argucias leguleyas para escurrir el bulto y no afrontar su obligación con diligencia. Ni la corrupción habría alcanzado las dimensiones que conocemos, ni el secesionismo actuaría con el descaro e insolencia que derrocha en la actualidad, si se hubieran cortado a tiempo (eso sí, con anestesia) los incumplimientos de obligaciones en ambos sectores.
El Código Penal y leyes concordantes para unos casos, y  en el artículo 155 de la Constitución vigente  para  otros, están para ser aplicados en su momento y no estaríamos como sucede, soportando un proceso vergonzoso y vergonzante si las autoridades competentes hubieran actuado con decisión y a tiempo.

Hay momentos en que la debilidad de los Gobiernos puede ser calificada de temeridad.

sábado, 18 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA III

II

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EL SECESIONISMO EN MARCHA. Los legisladores que aprobaron la Constitución española quisieron  que  España siguiera  existiendo como nación, pero la fraccionaron en comunidades autónomas, donde dos de ellas -por lo menos-, contaban con minorías potentes que nunca negaron su aspiración a constituirse en sendas Naciones – Estado, independientes del resto de España.
La experiencia ha demostrado que las autonomías con aspiraciones soberanistas se han  constituido en modelo a imitar por otras que se consideran no inferiores para gozar. También, de una soberanía a su medida.
Oído al parche: Pedro Sánchez, del PSOE, quiere constituir una España federal. Se suelen confederar los Estados que ceden  competencias en favor del Poder Central naciente. ¡Pero si aquí  lo que se quiere es lo contrario! ¿Estamos idos?
Todos estos experimentos autonómicos han ido en desprestigio del Poder central  y en aumento –de hecho-  del Poder autonómico de Cataluña y del País Vasco, por lo menos. En realidad se ha producido una transformación que ha dado una influencia extraordinaria a los independentistas de estas nacionalidades autonómicas. Esto ha ido en beneficio político de los nacionalistas, muchos de los cuales  no se sienten españoles y se creen expoliados por la nación llamada España.
En el año 2010 se planteó en el Parlamento Vasco una pregunta para conocer la dimensión del sector público vasco.  Los datos expuestos daban idea del número de funcionarios oficiales que rondaba las 77.000 personas en nómina,  y el los colocados en empresas públicas en las que participaban –alternativamente- el Gobierno Vasco, las Diputaciones o los Ayuntamientos. Se contaron 450 entidades públicas que colocaban a más de 45.000 personas.
Se comprende, al contabilizar los votos del País Vasco, que poco a poco, al paso de los años, hayan ido mejorando los partidos nacionalistas, en detrimento de los que no son de su cuerda.  Este aumento paulatino de poder -al que no resto méritos- favorable a los nacionalistas, solo demuestra que han jugado con las cartas que les tocaron en suerte, con más ingenio, agudeza y constancia que sus adversarios. ¿Por qué esas fuerzas defensoras de la Constitución, han perdido terreno y votos? Si tomamos como referencia el punto de partida es para echarse a temblar. No existían ni con mucho las diferencias que hoy se dan. La causa está en la renuncia no expresa –aunque demostrable- del Poder central  a ejercer los derechos que le otorgan la Constitución y demás leyes vigentes, incluidos los Estatutos de Autonomía.
 A medida que pasaban los años los votantes a partidos constitucionalistas en el País Vasco (y otro tanto sucede en Cataluña), fueron viendo como los problemas de sus paisanos, salían  mejor resueltos para los que se acercaban al lobby nacionalista que para quienes seguían confiando en la grandeza de España. He aquí por qué crecen los residentes en el País Vasco (y en Cataluña) que piensan que los partidos de ámbito español en ambos territorios van a terminar siendo  testimoniales. Como muestra basta ver la nómina de un guardia civil y compararla con la de un policía  autónomo vasco. Que conste: los malos no son los nacionalistas…
¡Les diría, pero no quiero aburrirles, hasta donde llega el mérito de sentirse español en el País Vasco peninsular!


viernes, 17 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA (II)




LA EMPRESA FAMILIAR. Las aventuras de un niño, si se saben asimilar, dejan huella. A España, la crisis del 29, el llamado “crac” americano,  llegó algo más tarde. Yo, un niño, pasaba los veranos en el pueblo, gozando de una libertad de imposible disfrute en la ciudad, Vitoria, donde cursaba la enseñanza secundaria.
Un día de aquellos, al salir de casa, pude ver y oír a  un caminante -un obrero en paro- pidiendo ayuda para poder comer; tenía cara de pasar hambre. Me impresionó. Yo no sabía, luego lo supe, en la posguerra, que era eso de pasar hambre. Desde entonces estoy por ver que alguien arregle  las injusticias sociales.
Ahora, como entonces, el mejor medio para equilibrar las diferencias injustas es crear puestos de trabajo dignamente  remunerados. Pero tiene de malo que es  una tarea lenta, plagada de dificultades  y ligada al  lucro de los  que ahora llamamos emprendedores y antes capitalistas.
          Una mayoría de expertos indica que, para acelerar el proceso,  haría falta poner en marcha iniciativas, creadoras de puestos de  trabajo, con mucho valor añadido. El secreto está en crear productos o servicios de alta calidad que justifiquen una elevada remuneración.  Asunto difícil –seamos sinceros- en un país donde los estudios no responden a niveles de exigencia altos. La equidad social en el trabajo, es muy distinta en países donde el nivel científico y cultural de sus gentes es alto, respecto a otros donde es medio -tirando a bajo-, como pasa entre españoles aunque quieran algunos convencernos de que pasa lo contrario.
Además, en España, promover y ayudar a la creación de empresas solo es posible si se cumplen ciertas condiciones o requisitos. ¿Por qué?
Desde antes de la transición, durante el tardo franquismo, la demagogia al uso toleró el acoso y desprestigio del emprendedor dueño de la pequeña y mediana empresa. Se decía y pregonaba aquello de “obrero despedido, patrón colgado” y  acabaron  con la afición. Empresas de tipo medio fueron echando el cierre y desaparecieron para siempre. Los inversores se fueron, no a construir sino a especular en el sector del ladrillo, hasta que estalló la burbuja. No han vuelto, ni es fácil que lo hagan para colocar parados y cosechar disgustos.
En consecuencia, la creación de  empresas medias, con diez, veinte, o más empleados, no seduce a los inversores en un país donde los sindicatos ven al empresario como un enemigo. Por eso se instituyen pequeñas empresas  familiares acogidas a las leyes dictadas en favor de los negocios autónomos. Las diferencias se arreglan en casa sin que vengan los de fuera a ciscar el negocio.
Han desaparecido los inversores en empresas de tipo medio, algo que no sucede con  la gran empresa. Éstas, mientras cuenten ganancias, pueden con todo, y si no,  se van con la música a otra parte. He aquí por qué los gobiernos terminan  siendo dominados por las multinacionales.
Es todo punto lógico el surgimiento de la pequeña empresa  familiar accesible para las clases medias como la española, capaces de sacrificarse e ingeniárselas para colocar a los suyos creando sus propios negocios en condición de autónomos. La principal ventaja viene de un hecho clave: pueden rehuir la intervención sindical en su negocio y la pesada carga –en gran parte-  de las  cotizaciones sociales y otro tipo de obligaciones que van a permanecer encubiertas bajo el manto familiar.
Esta es la realidad. Naturalmente hay que estudiarla, conocerla, legalizarla, mejorarla pero nunca machacarla. Todo menos volver a los años del hambre.

          

jueves, 16 de julio de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA - 1


ESPAÑOLES Y VASCOS. No es cosa de someter a debate las cualidades personales de nadie, y menos las de todo español  cargado de buenas intenciones con residencia en el País Vasco peninsular; entre otras cosas, porque en el susodicho territorio, ante quienes se manifiestan y significan, con moderación pero sin ambigüedades como españoles, no les esperan buenos tiempos.  A todos los encuadrables en tal sector  les conviene ser solidarios entre sí.
Ese sector viene a estar formado por todos aquellos que sabiéndose originarios de muy distintos puntos de España, más  menos alejados del País Vasco, se identifican con la herencia cultural vasca sin dejar por ello de sentirse igualmente integrados en  España, lo que les da la condición de españoles  ante las demás naciones del Mundo.
Y a mi parecer, cualquiera que sea el empeño de los vasquizantes por mimetizar a estos oriundos de otras regiones de España, los mejor preparados nunca aceptaran el camuflaje, no por sentirse más o menos superiores a nadie, sino por un rasgo de autenticidad.
Particularmente me encuentro inmerso en esa autenticidad española por ser “cuarterón” que dirían en Cuba -para indicar que dos de mis ocho primeros apellidos son de pura raíz vasco-alavesa-,  lo que me impide renegar de nada  o  disimular mi condición genuínamente  española,  sin dejar en mal lugar a los Fernández de Basterra o a los Rúiz de Luzuriaga, mis antepasados, que funcionaron siempre como españoles  sin por ello dejar de ser vascos.
Dicho lo cual, como ya señalé en cierta ocasión, advertidos de que  en el País Vasco peninsular se detecta  una tendencia  -entre algunos españoles,  o entre hijos o nietos de este origen-,  a escribir con ortografía batua sus nombres y apellidos hispánicos, se llega a la conclusión de que si algo falta para acabar con este mestizaje de vuelo corto, es contar con un líder o una lideresa que nos lleve por el buen camino  a estos que somos vascos pero no queremos dejar de ser españoles, algo que no puede calificarse de imposible 
Ahora bien, no quisiera caer en el pecado que tantas veces se repite de no entender a mis coetáneos porque no me pongo en su lugar. ¡Ya se verá!
 A medida que el dominio nacionalista se ha impuesto en la sociedad vasca, va tomando flujo una corriente que de manera insensible pero constante nos aleja de la marea  española. Prueba de ello es que los partidos políticos de ámbito nacional, van perdiendo fuerza hasta el punto de verse convertidos  en figuras residuales; pueden pasar de lo que pudieron  ser y fueron, a lo que ya son, en camino hacia el   fracaso si alguien no lo remedia. Es de temer que los más interesados  no hayan tomado conciencia de lo que pasa.

(Continuará)

miércoles, 15 de julio de 2015

UNA PARTIDA DE TUTE SUBASTADO (y 3)

         De aquí nació la idea de montar otra partida de tute subastado, esta vez en casa de Casilda. Sería los viernes a las tres de la tarde. A las cinco en punto,  la anfitriona serviría a los puntos un chocolate  con vaso de agua y bolados.
         Cuando las gentes del pueblo, días más tarde,  vieron entrar a Casimiro en casa de Casildita, pensaron: “Ya está; la tiene en el bote; antes de un mes le hace un hijo”. Al ver,  luego, la llegada del cura, rectificaron: “Estos se van a casar por la iglesia”. Y al  comprobar, al fin,  que estaban invitados el médico y el boticario, concluyeron: “Pobre Casimiro; esta lagartona lo pescará con lombriz”, el cebo más barato para alzarse con una trucha de cuatro kilos.
         Casilda preparó el salón de la casa con exquisitez y cariño. Puso a disposición de los jugadores de tute subastado una mesa camilla con su brasero candente, cubierta la encimera por un  paño verde y, encima,  un juego de fichas, dos  barajas españolas y cuatro ceniceros.  A unos tres metros, en la chimenea de hogar bajo,  crepitaban los leños secos de encina y, muy cercana, una lámpara de pie aseguraba la iluminación del campo de juego en aquella tarde gris, invernal  y a media luz.
         Casilda les dio instrucciones que todos acataron con amabilidad y pruebas de gratitud.
         - Tienen todo a mano para empezar la partida. Les dejo solos hasta las cinco,  hora del chocolate. Será un placer para mí atenderles. Después rezaremos el rosario.
         La anfitriona se ausentó  y dejó a los miembros del grupo, sorprendidos,  confusos, como si despertaran de un sueño.
         - ¿Ha  dicho que rezaremos el rosario? –preguntó el médico.
         - Esto no es lo convenido –resopló el boticario.
         Casimiro se calló prudentemente e hizo un cálculo: el del precio de su amor por la bella Casilda.
         - Señores –dijo el cura- : Por convenio tácito entre nosotros, nunca hablamos de religión, ni de política y mucho menos  de nuestra vida familiar e íntima. El rezo del rosario es solo una oración y no precisamente una manifestación religiosa,  ni  afecta a la vida íntima, por lo menos de Doña Casilda. Les ruego un respeto.
         Jugaron la partida y a las cinco en punto apareció Casilda  portadora de una gran bandeja con el servicio del chocolate y unos vasos de agua con su bolado dentro.  Ella vestía  falda plisada hasta la rodilla; dejaban ver,  enfundadas en medias de seda, unas piernas estilizadas e incitantes. Su busto, envuelto con blusa escotada de satén,  manga muy corta y botonadura semiabierta con desenfado, era un recreo para la vista de los puntos,   incluido el cura.
Casilda retiró los trebejos del juego, extendió un mantelito de lino  y puso la bandeja encima. Repartió el servicio entre los comensales y, con la chocolatera, llenó   cada jícara con el sano, espeso y apetitoso regalo. Sin más se sentó en una silla, que arrimó a la mesa, entre el cura y Casimiro, éste a su izquierda.     Bajo el faldamento de la camilla, sin que nadie lo notara, Casilda deslizo su pierna hasta rozar la del sesentón encelado, y con naturalidad y relajo dio comienzo a la tertulia mientras tomaban el chocolate.
 Casimiro vivió momentos de arrobo al sentir el tacto de su amada y se dejó llevar por imprevistas emociones. Su sentido de la realidad se fue al traste. Hasta rezó el rosario como un catecúmeno. “¡Los dioses ciegan a quienes quieren perder!”, pensó antes de rendirse atontolinado.
         La partida de tute subastado se prolongó a lo largo de  dos años y Casilda se mantuvo firme sin otra concesión que aquel tacto de piernas. Cuando Casimiro, intentó alguna vez deslizar su mano por debajo de la mesa a la conquista de otras parcelas,  las uñas vigorosas de la dama de hierro le hacían desistir; no tanto por el daño, como por la marca que provocaría explicaciones ante sus contertulios.
Una de estas tardes, pasado los dos años,  Casimiro se rindió:
- ¿Hasta cuando,  Casildita, vas a abusar de la paciencia mía?
- Casimiro: no te permito que en cuestiones amorosas me confundas con Catilina. ¡Tú ya sabes lo que has de hacer! Confiésate con los frailes de Angosto, como hago yo, y luego  pides mi mano.
- ¿A quién?
- ¿A quién va a ser?  ¡Al cura!
Al fin Casilda y Casimiro unieron sus vidas como Dios manda y el pueblo perdió un ateo que era casi una atracción turística.
         ¡Hay que ver los poderes de una partida de tute subastado y un chocolate  con bolados  en un pueblo apartado del Valle!

           FIN




lunes, 13 de julio de 2015

UNA PARTIDA DE TUTE SUBASTADO (2)

         Las gentes del pueblo a esas alturas -también las que iban a misa- estaban  maliciadas  y pronto  dedujeron  que si Casimiro acudía al  templo católico con frecuencia, era para ver  a Casilda y estar con ella. Y lo comentaron por aquí y por allá hasta que la interesada lo supo, pese a sus públicos intentos de no  darse por enterada.
Así empezó el asedio. Y quiérase o no,  Casilda se sintió halagada y ligeramente predispuesta -sólo ligeramente- a escuchar de labios de su presunto enamorado alguna propuesta como las que suelen deslizarse en situaciones parecidas.  Propuesta propensa a precipitarse en casos de amores tardíos, pues la ocasión no se prestaba a perder el tiempo.
         El enamorado Casimiro  insistió en la calculada, metódica, aventurada y rápida aproximación a Casildita  para  ir ganando su confianza. No quería hablar por hablar con ella. Soñaba con otras metas: en el fondo,  llevársela a la cama. Y ese objetivo, difícil de alcanzar en  años de pudibunda separación entre ellos y ellas,  era aún más duro  de pelar, pese a lo zorro que resultaba ser el sesentón,  en un mundillo  campesino y como tal puritano. Era cosa de paciencia, astucia y grandes dosis de amabilidad.
         El cura, don Genaro, andaba por medio con la sana pretensión de que Casimiro se convirtiera a la fe de Cristo, para lo cual -advertido de las circunstancias del caso-  era preciso contar con la ayuda de doña Casilda.
Don Genaro, el tonsurado,  y Casimiro el zorruno, jugaban todos los sábados una partida de tute subastado en la rebotica, con su dueño don Augusto y el médico don Silvino; una partida que empezaba a las tres de la tarde y terminaba a las siete, para dar tiempo al cura a celebrar en la iglesia  la función de vísperas. Jugaban, charlaban y discutían amistosamente los cuatro amigos de todo, menos de tres temas: de religión, de política y de la vida íntima de cada uno de los reunidos. Hablaron y mucho de Casilda, pero advertidos de que Casimiro quería sitiarla, funcionó la veda y se hizo caso omiso de su existencia.
         Pero esto no impidió  que  don Genaro, el cura, abordase a la dama un día que se topó con ella a la puerta de la iglesia.  El abate conocía la vida y milagros de sus feligreses y feligresas que le confesaban sus pecados, menos los de doña Casilda que, para recibir el sacramento de la penitencia se valía de los frailes de Angosto y nunca del cura del pueblo.
         - Me alegro de verla, doña Casilda; porque quería consultarle una cuestión de confianza.
         - Usted dirá, don Genaro.
         - El caso es que el amigo Casimiro, proclamado ateo, acude ahora con frecuencia a la iglesia y  hasta soporta mis aburridos sermones.
         - Sí; ya lo he comprobado. ¿Y qué hay de malo en ello?
         - Nada; al contrario: se abre la esperanza de su conversión y usted puede hacer un gran trabajo en este sentido.
         - ¿Yo? ¡Pobre de mí! ¡Qué cosas dice!
         - Sé lo  que digo y usted me perdonará Doña Casilda. Casimiro va a la iglesia para verla a usted y yo, -en mi atrevimiento- le pediría que le dé carrete. Ya me encargaré de adoctrinarlo.
       -  Pero señor cura, eso es una intromisión en la vida privada de un feligrés.  ¡Me deja asombrada!
     - Ya  sé que me estoy metiendo en camisas de once varas, pero doña Casilda, el que salva  un alma, salva la suya. Piense en ello: es por un buen fin.
Y Casilda, impactada por la idea, aceptó la propuesta   y se puso a fabular el modo y manera  de entretener las ansias de conocimiento, en el sentido bíblico del vocablo, que tenía  de su persona el ateo Casimiro. Era un juego peligroso pero atractivo y, además, contaba con los parabienes del cura.

sábado, 11 de julio de 2015

UNA PARTIDA DE TUTE SUBASTADO. (1)


        Los inviernos eran duros en Valdegovía. No tanto como en Valderejo, o como en los pueblos de Losa encaramados en el páramo,  largos, fríos y aburridos.
Cerca del fuego de cocinas bajas,  en torno al brasero de la mesa camilla en las casas ricas,  o junto a la  estufa en la  tasca del hostal, se animaba el coloquio entre vecinos a  la espera de meses más templados  y días  luminosos, cuando se movía la sabia de los árboles, florecía el amor  y los chicos de la escuela preparaban silbatos artesanales valiéndose de varas de avellano.
         Tiempo amable para Casilda, -Doña Casilda  para el cura-, cuando, pimpante y de buen ver, aligerada  de ropa lucía el tipo a nada que asomara el sol primaveral.
         Casilda, con sus treinta y dos años cumplidos,  regresó a su pueblo natal, según su amigo Nicomedes, a causa de serios  desengaños  y  merma de su fortuna, sufridos en la capital del Reino. Volvió  desde la gran urbe, solo para restañar sus heridas y luego, ¡ya se vería!
La señora, con aires de princesa, vestía sin lujos pero  a la moda y, aun siendo discreta por la educación recibida en el colegio de las monjas de Bérriz,  al ir de pendoneo -según ella sin mala intención- exhibía una elegancia natural muy atractiva. Cuidaba su físico y, sin pretenderlo,  activaba con su presencia las secreciones de testosterona de un sesentón aún lozano:  Casimiro, significado ateo en medio de una sociedad muy dada a plegarias y oraciones; tenía su mérito porque, pese al descreimiento  y al mucho dinero que amasó en su vida, gozaba de cierta popularidad y era muy querido entre sus convecinos.
         Casilda, se decía,   estaba muy llevada por la casa,  edificio cargado de años con hechuras altivas,  senda festoneada con flores,  jugosa  pradera de hierba fina como terciopelo verde y un entorno  arbolado que llenaba el resto de la finca.
 Por todo esto,  Casilda  era tomada por  rica,  aunque solo viviera de una saneada pensión  que le asignaron a  la muerte de su padre, jerarca militar,   en la guerra de Filipinas.
         El caso es que Casimiro, solterón y algo usurero, que casi le doblaba la edad a Casilda,  se decidió por echarle los tejos   y lo hizo porque, según llegó a pregonar,“además de amable, guapa, sonriente, simpática y educada,  era hacendosa y muy amiga del orden en las cosas de la vida”. También se complacía en admirar, más de la cuenta, las  curvas -sus pechitos, sus nalguitas- que Casilda mantenía firmes con genio  de alta estética: “una tía buena y muy bien carrozada”, pensamiento íntimo nunca expresado por Casimiro en  signo de  aprecio y respeto por la bella señora y convecina.
  Casimiro  ateo gracias a Dios, empezó a rondar a la   creyente Casilda, hasta el punto de que  cada sábado por la tarde, cuando ésta preparaba en la iglesia dos ramilletes de flores que  en sendos búcaros adornarían  el altar mayor  los domingos y demás días de la semana, el sesentón se presentaba en el templo, pese a su ateismo, para ver cómo aquella criatura tan bien terminada, rendía un  homenaje  floral al Creador de cielos y tierra.

         El machista Casimiro, en forma y con cartera -sin hacer ostentación de su riqueza, porque ya se encargaban sus paisanos de exaltarla- empezó a pensar seriamente en el procedimiento a seguir para abatir barreras y aproximarse a Casildita,  a la que empezó a llamar así in mente al tiempo que pensaba: “Tendré que ir la iglesia para verla de cerca; al fin y al cabo, Paris bien vale una misa”, precedente histórico que se atrevió a formular para justificar su decisión.

jueves, 9 de julio de 2015

EL MAESTRO HERIDO EN LA MEMORIA (2)

         Marta, muy observadora, agradeció a don Serafín su gran interés por los alumnos  y sus deseos de enseñar; explicaba las lecciones con paciencia y detenimiento.  Se acoplaba a la edad y capacidad de cada pequeño y su dedicación  era eficaz y provechosa. Pese a todo, también detectó  sus fallos de memoria, que  no disimulaba, referidos a hechos recientes; olvidos muy expresivos cuando  trataba de seguir ciertas rutinas.
        Don Serafín se olvidaba del lapicero o de la tiza o de cualquier otro objeto de uso habitual; o aparecía con un solo calcetín porque  desmemoriaba el otro; o con la bragueta suelta,  provocando la risión de los niños maliciosos.
         - Don Serafín –le avisaba Marta- aquí tiene lo que busca, -y le entregaba el cepillo de bayeta para borrar la pizarra.
         - Perdona Marta; no sé qué me pasa. No doy una.
         - Eso tiene que ser, -replicaba la niña- de la herida de guerra.
         - Yo creo que sí. Pero, ¿qué puedo hacer?
         Y Marta, cargada de paciencia, le decía.
         - Se me ocurre que ha de tomar algunas precauciones: dejar las cosas que más usa siempre en el mismo sitio; o llevar atados con un cordoncito al ojal del chaleco, el lapicero, o la estilográfica; y hacer una lista con las tareas de cada día siguiendo un orden… ¡Cosas así!
         - Tienes razón. Voy a intentarlo
         Marta, consiguió que Don Serafín no anduviese a vueltas para localizar sus pertrechos cuando los necesitara.
         Un buen día, pese a todo, apareció don Serafín en la clase con la camisa a medio abrochar sobrepuesta a la americana. Marta tan pronto se dio cuenta, avisó al maestro y éste salió del aula para poner su vestimenta en orden, mientras los niños se reían descaradamente no sin cierta crueldad.
         Marta volvía a insistir en tono familiar, casi como si fuera una madre, o una novia, ante Don Serafín:
         - En el momento de acostarse debe  hacer una lista. Por cada prenda que se quite, hará una anotación. Supongamos que se desprende de la americana; tiene que anotar: “americana, colgada en la percha del armario”. Y si luego se descalza: “zapatos colocados bajo la silla”. Así hasta  quedar desnudo, y entonces puede escribir: “Yo, en la cama”. Y al día siguiente, al levantarse,  repasar la lista y empezar  por el final: ponerse cada prenda por orden inverso, terminando por los zapatos y la americana.      
         Serafín, ya de noche, de regreso a su casa donde vivía solo, tomó el papel que le preparó Marta con el plan anti olvido y, al ir a acostarse, empezó la cuenta, manteniendo el orden a seguir al desnudarse para, al día siguiente, hacer lo mismo pero al revés para vestirse.
         Se quitó la chaqueta y puso: “americana en la percha del armario”. Le tocó el turno a los zapatos y continuó: “zapatos debajo de la silla”. “Los calcetines, dentro de los zapatos”. “El chaleco en el perchero, encima de la chaqueta”. “La camisa, en el respaldo de la silla”. Y así hasta completar la lista y como   quedaba  solo su persona, puso punto final a la tarea: “Yo, en la cama”. Y durmió plácidamente.
         Al amanecer, era un día de primavera con un sol espléndido asomando entre el pinar, Serafín abrió la ventana  y aspiró profundamente el aire fresco y puro con olor de montaña florecida. “¡Una delicia!” –pensó-.
         Se quiso vestir  para dar un paseo antes de abrir la escuela.
         Según lo convenido, consultó la nota encabezada por una advertencia escrita con mayúsculas por la espigada, amable, cariñosa y bien parecida Marta. Se leía: “Buscar cada prenda empezando por el final y vestirse en orden inverso al seguido para desnudarse”.
          Al tomar el papel pudo leer el último renglón: “yo en la cama”.
         Serafín recordó el consejo escrito por  Marta: “Seguir  al pie de la letra la indicación de esta nota”. Lo tuvo muy presente, pese a su desmemoria, porque Marta era su ángel de la guarda y sus palabras las repetía cien veces para dejarlas como grabadas a cincel en su mente.
         Así que, el “yo, en la cama” interpretado al pie de la letra, le indujo a buscar su yo. Se fue a su lecho, alzó la sábana y no estaba ni encima ni debajo del colchón. Tiró de las mantas, por si estuviera envuelto en ellas, y tampoco allí apareció. Retiró el mueble, miró en todos los rincones de la habitación, luego en las demás alcobas de la casa, en los desvanes, en los establos ahora en desuso, en una despensa sin luces, y ¡nada!
         Un sudor frío bañó todo su cuerpo. ¿Qué le diría a Marta, tan solícita como estuvo, al fracasar en su búsqueda? Sólo llegó a esta conclusión: “desnudo como estoy, no puedo ir a la escuela”.
         Y no fue. Desolado, triste, compungido, se dirigió hacia un rincón, apoyó su espalda contra la pared y se deslizó hasta quedar en cuclillas, tembloroso y con sus ojos hundidos mirando al vacío, desmadejado, ido…
         Al momento, con la escuela cerrada y sin comparecer el maestro, Marta sospechó que algo grave había pasado. Fue hasta la casa de don Serafín y comprobó que permanecía cerrada, aunque una ventana del primer piso estaba abierta. Sin más, se fue en busca del alcalde concejil y éste, advertido de la gravedad del caso, pidió la ayuda de dos mozos que pasaban por allí. Con una escalera de mano subió uno de ellos, entró en la casa por la ventana abierta y, sin detenerse, descendió al piso bajo para abrir la puerta desde dentro.
         Entraron los cuatro, el alcalde, sus dos espontáneos ayudantes y Marta en la que ni se fijaron los primeros. Pronto descubrieron al maestro desnudo, acurrucado en un rincón, temblando de frío, aunque sudoroso, con disgusto manifiesto por no  encontrar su yo.
         - ¿Qué le pasa, don Serafín? –lo interpeló el Alcalde.
         - No me encuentro –contestó el maestro con voz casi inaudible.
         - ¿No se encuentra bien?
         -  No; no es eso. No me encuentro.
         - Insisto: ¿no se encuentra bien?
         - No es eso; no es eso.
         El alcalde se volvió a sus acompañantes, imperativo.
         - Hay que buscar al médico.
         Solo Marta, humedecida en lágrimas, tomó una manta, tapó a don Serafín, lo ayudó a levantarse y lo acostó en la cama con amor. Bastaron unas palabras de la niña mujer para serenar al maestro. Marta lo tuteó como si fuera de casa: “Ya estás aquí, ya tenemos tu <yo, en la cama>. Lo he visto. Nos hemos encontrado.
          Don Serafín sonrió placentero y su alma  volvió  a entrar en un clima cálido y sereno.

miércoles, 8 de julio de 2015

EL MAESTRO HERIDO EN LA MEMORIA (1)


     Todo empezó en la guerra del Rif, tan lejana, tan bárbara y sangrienta,  en el verano de 1921.
         Serafín, pobre por su casa de campesinos  manchegos,  maestro tras  grandes sacrificios y mucho estudio, al cumplir veintiún años lo llamaron a filas. Por no tener dinero contante y sonante  que lo redimiera de la guerra,  se lo llevaron a Marruecos. Así, inesperadamente, se vio metido de lleno en el desastre de Annual con el grueso de las fuerzas españolas.
          En la madrugada del 22 de julio, de ese fatídico año, llegó  la orden de retirada ante el salvaje ataque de los rifeños. Cuentan que fue una imprevista desbandada y que unos diez mil españoles, pobres reclutas de tierras peladas en lucha por otras   tan  míseras como las suyas,  pagaron con su vida –como suele suceder- los caprichos de unos políticos que nunca llegarían a  tomar conciencia de sus desaciertos.
         El maestro Serafín, -despierto, cauteloso, rápido-, corría y saltaba ágilmente sobre los peñascos. Había sonado la hora de alejarse de aquel cementerio. Chaqueteó, como sus compañeros,  para escapar de la morisma profanadora de cadáveres: lo mismo los despanzurraban que cortaban sus testículos tras de limpiarles el forro.
          Ante el fuego graneado, disparos de espingardas y viejos fusiles, Serafín, dejó de correr y pegado al suelo, se arrastró y  medio a gatas buscó refugio tras una cresta rocosa para no ser blanco de la furia mora. La mala fortuna quiso que una bala rebotase en una piedra del camino y se le incrustara en el parietal derecho; lo suficiente para doblarlo y quedar  de bruces tendido en tierra. Tuvo suerte: unos sanitarios lo recogieron y no pararon hasta ingresarlo en un improvisado hospitalucho de Melilla.
          Lo dieron de alta a las dos semanas y un tribunal médico lo declaró inútil para seguir en filas; la bala enemiga le había tocado un punto sensible del cerebro.
         Serafín, de vuelta a casa, pidió la asignación de escuela y lo destinaron al pueblecito de Nograro, en tierras de  Valdegovía,  provincia de Álava.
A los pocos días, desde su tierra, tomó un tren hasta Vitoria. Y luego,  en un autobús renqueante, lo acercaron a la capital del Valle, Villanueva; al final en tartana, alcanzó, con todo su equipaje, el pueblecito de su destino: Nograro.
          El  quince de septiembre se hizo cargo  de la escuela y tomó posesión de la casa que el concejo le tenía otorgada, derecho del que siempre disfrutaron los maestros en el pueblo.
         Nograro le pareció a Serafín una aldea de montaña encantadora, con agua sana, aire puro, bella iglesia y una torre medieval.
         Catorce escolares recibieron a don Serafín, sonrientes y esperanzados con el que parecía ser una buena persona. La mayor, entre esos niños que le dieron la bienvenida, era una mozuela precoz, bien parecida: un conato de mujer de unos trece años llamada Marta; entendió que  por la sencillez y  finas maneras del maestro, iban a congeniar sin dificultades.
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